sábado, 22 de noviembre de 2014

NATURALEZA MUERTA de Germán Pardo García

¿Veis aquel árbol que en Europa,
en una cualquiera nación,
frente a Dunquerque o en las brumas
del taciturno mar sajón,
se levanta al cielo, amputado
por estallidos de cañón?
Miradle, mujeres británicas,
comandos de la muerte en pos:
no es sólo un árbol. Es un hombre
paralítico de terror.

¿Veis esa piedra que allá en Asia
sobre las cumbres del Kuen-Lun
en una aldea de Indochina
o en las márgenes del Yalú,
está empotrada en el desierto,
que hiere y mata con su luz?
Miradla, mujeres mongólicas,
ebrios soldados de Bakú:
no es una piedra. Es un espíritu
que sepultó la esclavitud.

¿Veis un camello que allá en África,
o en el remoto Kurdistán,
en las marismas cirenaicas
o en el betún de seco mar,
frente a los líbicos crepúsculos
agonizante y solo está?
contempladle, mujeres burmas,
tristes beduinos de Karak:
no es un camello. cual vosotros
busca el amor y quiere paz.

¿Veis ese olivo que en Judea
se está quemando en Tel-Aviv,
en Nazareth o en las escarpas
del hosco Monte Sinaí?
Miradle, mujeres semíticas,
obreros de Getsemaní:
no es un olivo: tiene sangre
de una crucifixión, y allí
sobre algún hórrido calvario
vuelve en tinieblas a morir.

Árboles, piedras y camellos
de Europa y de África y Tibet.
Hombres caóticos de América.
Bestializados que bebéis
petróleo en jícaras dolientes,
y licuaciones de corcel:
naturalezas sois heridas
por un castigo enorme y cruel,
y por vosotros tengo el alma
llena de soledad también.

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