martes, 23 de febrero de 2010

ESCRIBO

Hoy no me dejan jugar con las letras.
Las manos hablan pero no puedo seguirlas.
Ellas mantienen la entereza cuando la arrolladora verdad
surca los espacios disecados, abrocha maleables senderos,
arrastra el miedo de los hombres al amor.

Serpientes oceánicas -dijo el poeta.
Y las serpientes se dieron cita en un poema.

Respiro los rescoldos de una nube pasajera,
cansancio de días, de las horas en que un decir murió.
Me despido desde el fondo de los espejos,
desde lo profundo del mar.

Aprisionada silueta entre los pechos de un decir urbano,
detengo mi palabra ante el vacío y escribo.

"Vertiente oceánica" ¡Es el poeta de nuevo!
aquel poeta cuyos versos abrieron
el horizonte brumoso del destino.

Desciendo hasta los ecos silenciosos donde todo es azul,
incluso este decir de volcanes y nieves,
de noches con sus quehaceres cotidianos.

Cruz González Cardeñosa
De "Letras de fuego", 1998

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