YO PECADOR IV
La higuera era el lugar de la sombra.
Hacíamos la vida
diciéndonos que éramos felices
mitad del tiempo sentados
a la sombra de la higuera.
Volví
cuando ganaba el cielo tu figura
una tarde en Pompeya.
El arma que te mató era blanca
vos no merecías otra cosa.
Me senté debajo de la higuera
y te llamé en voz alta.
Dijeron de mí
-cuando me arrastré palmo a palmo
en la época que florecían los malvones
y vos
solías esconderte cerca del horizonte-
que la locura
había anidado en mi corazón.
YO PECADOR V
Me quedé con todo el dolor
y toda la alegría.
Siempre fui dos desde tu muerte.
Boxeé contra la luna
y tenía en la cintura
todos los movimientos.
Me llamaban el pulpo de Patricios.
Crecía, crecía vertiginosamente
el odio en mi mirada.
Fui quedando solo
encerrado en el tiempo de nuestros juegos.
Fui jugador.
Até mi vida con cadenas
para no salir volando detrás tuyo.
Me aconsejé recuperar la historia de mi padre
árabe taciturno
una palabra cada seis meses
un gesto de amor todas las Navidades.
Después, después fui médico de locos
porque el que pega primero
pega dos veces.
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